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Un Milagro de vida en la Clínica Universitaria Bolivariana

La Unidad Materno Infantil “Nuestra Señora de La Candelaria” de la Clínica Universitaria Bolivariana se ha consolidado desde su creación, en el 2003, como un referente nacional e internacional en caso de patologías maternas y fetales graves que exigen cuidados de obstetricia avanzados, terapia intrauterina y cirugía fetal.




Sus unidades de Cuidados Intensivos y Especiales Neonatales cuentan con el respaldo de un equipo interdisciplinario que integra la experticia de un reconocido grupo de especialistas en pediatría, neonatología, medicina crítica, cuidado intensivo y el monitoreo de enfermeras, nutricionistas y psicólogos.

Su gran consigna, la humanización de los servicios, prevalece en el tiempo con iniciativas como Familia Canguro y el Plan Camino a Casa en alianza con la Fundación Milagros de Vida trabajan por el seguimiento integral del bebé en su proceso de recuperación y la educación de su grupo familiar.


La Unidad Materno Infantil recientemente cumplió 15 años de existencia y junto a ella nació, hace 14 años, un milagro de vida. Con tan solo 26 semanas de gestación y un peso de 800 gramos llegó al mundo, en condiciones prematuras, una bebé que hoy nos inspira y nos motiva a seguir luchando por el don maravilloso de la Vida.

Sara Milagros Vargas Naranjo fue una niña muy deseada. Sus papás, Edwin Vargas y Erika Naranjo, llevaban cuatro años de matrimonio cuando se enteraron de que su primera hija venía en camino. En la semana 20 de gestación les dijeron que Sara tenía una malformación muy delicada debido a que el condón umbilical tenía una vena y una arteria por lo que les recomendaron interrumpir el embarazo, pero su madre no aceptó.


Cuando nació, el doctor Héctor Gabriel Melgarejo Corredor, Especialista en Cirugía Pediátrica de la Clínica Universitaria Bolivariana, le encontró una malformación ano rectal tipo cloaca, es decir que su vagina y su uretra están en el mismo conducto.


Con pocas semanas de nacida, le hicieron una colostomía y quedo hospitalizada varios días en la Sala de Cuidados Intensivos de Neonatos. Un día, el doctor Andrés Felipe Uribe Murillo, Especialista en Pediatría, le dijo que lo mejor era desconectarla de su soporte vital “me dijo, mamá no más. No damos más. Ella no reacciona, su cuerpo no está aceptando los tratamientos, el cuerpo de ella ya no quiere estar, cuenta Erika.


Los médicos estaban seguros de que la pequeña Sara no pasaba de esa noche, por lo que sus padres decidieron bautizarla. “Dentro de la Unidad Neonatal hay una imagen de la Virgen cargando a su bebé y yo le dije: tú eres madre, tú sabes lo que yo estoy sintiendo. Si mi nena va a seguir sufriendo yo quiero que tú te la lleves, sino devuélvemela y dame la fortaleza de seguir luchando”, narra la madre de Sara.

Al otro día de haberla desconectado, su Erika llegó a la Unidad Neonatal y no la vio. Comenzó a gritar “ay se murió Sara” “ay se murió Sara”, pero la enfermera Sandra Valderrama le dijo que se tranquilizara, que Sara había reaccionado y estaba en Cuidados Intermedios Neonatales.


A los ocho días fueron dados de alta, pero cuando los médicos comenzaron a hacerle más exámenes se dieron cuenta de que tenía cerca de 6 malformaciones. Tiene medula anclada; con el tiempo se le desarrolló escoliosis, se le dañó su riñón y sus intestinos no funcionan.

Tiene vejiga neurogenica, un útero bicornio y le realizaron una cirugía pionera en Sur América, Cecostomia tipo Malón con tubo de Mont, una especie de enema que permite mantener el colón vacío y con la que completa 26 intervenciones quirúrgicas en total.


Por su parte, Sara explica que para ella ha sido algo muy difícil porque ha pasado más de la mitad de su vida en una clínica rodeada de médicos y enfermeras. “Las cirugías son experiencias difíciles, es maluco la anestesia. Pero a pesar de todo yo sigo adelante siempre de Dios. Uno se acostumbra a que lo armen y lo desarmen”, cuenta entre risas.


Debido a su malformación los médicos pensaban que no tenía ovarios y matriz, pero hace poco descubrieron que sí, por lo que será intervenida en junio para realizarle una reconstrucción en sus órganos genitales y garantizar que pueda desarrollarse como una niña de su edad, y tal vez en unos años, ser madre.

Sara Milagros cursa séptimo grado en el Colegio Graciela Vásquez Cano, en el cual se destaca por ser una de las mejores estudiantes. Su alimentación es muy estricta, pues debe evitar la sal, el azúcar, las grasas y las carnes rojas. “Fe y esperanza son las palabras clave. Hay un Dios arriba que todo lo puede y nunca me voy a rendir”, finaliza Sara.



Por María Alejandra Buriticá-Agencia de Noticias UPB

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